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martes, 10 de diciembre de 2013

La dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva y nueces reduce en un 30% el riesgo cardiovascular

Según el estudio PREDIMED, cuyas conclusiones se presentan estos días en el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna, la dieta mediterránea reduce la presión arterial y mejora el perfil lipídico.

Una alta adherencia a una dieta mediterránea tradicional suplementada con aceite de oliva virgen extra o frutos secos reduce en un 30% el riesgo relativo de sufrir una complicación cardiovascular en personas con alto riesgo, comparada con una dieta baja en todo tipo de grasa, según los resultados del estudio PREDIMED, el mayor ensayo clínico de intervención nutricional realizado en Europa, que se presenta en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna, que se celebra hasta mañana 23 de noviembre en Málaga.

Tal como afirma el Dr. Ramón Estruch, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clinic de Barcelona y primer autor del estudio "hemos observado que la dieta mediterránea actúa sobre el metabolismo de la glucosa, disminuyendo la resistencia a la insulina, reduce la presión arterial y mejora el perfil lipídico. Además, hemos comprobado que reduce los marcadores de estrés oxidativo y de inflamación sistémica, por lo que gran parte de sus efectos deberían atribuirse a su actividad antioxidante y antiinflamatoria".

Se trata de un efecto similar, por ejemplo, a las estatinas, pero con la enorme ventaja de que la dieta mediterránea no tiene efectos secundarios”, prosigue este experto. En el estudio PREDIMED han participado más de 200 investigadores (incluidas dietistas y enfermeras) y 7.447 personas provenientes de 11 grupos de investigación de nueve Comunidades Autónomas, a las que se les ha seguido una media de seis años.

Hasta hace poco el paradigma para la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares era “reducir todo tipo de grasa”. Sin embargo, ahora se ha comprobado que las peores grasas son las saturadas y las ‘trans’, las que se forman en el curso de tratamientos industriales de determinados alimentos, como la bollería industrial. La grasa vegetal, aportada por ejemplo por el aceite de oliva y los frutos secos, tiene un efecto protector sobre muchos sistemas del organismo, entre ellos el cardiovascular, ilustra el Dr. Estruch.


Por ello, insiste este especialista, el tratamiento de muchas enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y la mayoría de los factores de riesgo vascular, debería empezar con una modificación de ciertos hábitos, como la adopción de un patrón de alimentación más saludable, como la dieta mediterránea tradicional y la realización de más actividad física. Después, si este cambio de hábitos no surte efecto, debe iniciarse un tratamiento farmacológico. “Lamentablemente, en la práctica clínica, se suele obviar los dos primeros pasos, para empezar directamente un tratamiento farmacológico, que muchas veces no es eficaz porque “se llega tarde”. Deberíamos volver a los pasos que recomiendan todas las guías, promover cambios hacia un estilo de vida más saludable y, sólo posteriormente, prescribir los tratamientos farmacológicos”, apunta el Dr. Estruch.

Dieta mediterránea y peso corporal


Al iniciar PREDIMED", expone el principal autor del estudio, "nos preocupaba el efecto que podría tener una intervención con una dieta rica en grasa (vegetal), es decir, rica en aceite de oliva y frutos secos, sobre el peso corporal y los parámetros de adiposidad, especialmente los relacionados con la adiposidad abdominal (perímetro de la cintura)". "No obstante", explica, "los resultados han sido en cierto punto sorprendentes, ya que los participantes que seguían la intervención con dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra, a pesar de consumir más energía total que los que seguían una dieta baja en todo tipo de grasa, presentan una mayor reducción del peso corporal y del perímetro abdominal que el grupo control”.


Respecto a las bebidas fermentadas, como el vino y la cerveza, su consumo moderado (siempre con las comidas) también tiene un efecto protector sobre muchas enfermedades, pero especialmente sobre las cardiovasculares. “En este sentido, merece señalarse que el vino siempre ha formado parte de la dieta mediterránea”, comenta el Dr. Estruch. En cuanto a la cerveza, en el estudio PREDIMED se ha observado que los consumidores moderados de cerveza en España siguen un patrón dietético más próximo a la dieta mediterránea tradicional que consumidores de los países anglosajones, donde el consumo de este producto se ha ligado más al fast food.